jueves, 5 de junio de 2008

El furor de Arbeleche


Les dejo la carta de Jorge Arbeleche, guardián de Lorca, de la tradición y de los clásicos... (es larga para el blog pero es una pieza digna de ser leída completa)
En la imagen debería decir "Maldita Percovich. Je je.)
NO
>
> Hay momentos en que se impone decir NO. No al caos, no a la
> confusión de vanguardia con desvarío, no a la trasgresión gratuita
> sin el menor aporte al avance de la creación estética. Esto ocurre
> ante la nueva versión y representación de Bodas de Sangre de García
> Lorca, por el elenco de la Comedia Nacional. No hablaré aquí desde
> la posición de escritor ni de profesor estudioso de Lorca, sino que
> lo hago como simple espectador y ciudadano de 65 años que frecuenta
> el teatro desde los 15.
>
> En este medio siglo que vas desde aquel entusiasta adolescente
> hasta este señor de cabello blanco, pude ver toda la gama de
> interpretaciones que puede ofrecer un gran texto.
> Por ejemplo: aquella memorable lectura escénica que hiciera Taco
> Larreta de "Fuente ovejuna" con el espíritu de Lope de Vega
> intacto, hasta la versión de "Las Troyanas" de Eurípides, bajo un
> frío glacial en un inhóspito galpón, donde todas las incomodidades
> sufridas por el espectador eran olvidadas ante el texto griego que
> ofrecía su lozanía y vigencia en magnífica proporción, guiadas por
> un elenco y una dirección impecables.
>
> Yo no tengo la clave de cómo debe dirigirse una obra; Sí sé cómo NO
> se debe hacer. Y no se debe hacer como lo hizo La Comedia Nacional
> en esta lamentable versión, que constituye un oprobio a nuestra
> cultura teatral.
>
> Enumeraré algunas de las causas que motivan esta nota.
>
> 1) – Es insultante el supuesto homenaje que se pretende ofrecer a
> la homosexualidad de Federico. Primero porque su identidad sexual
> no se refleja, en esta obra jamás.
>
> 2) - Porque la homosexualidad en este espectáculo, está mostrada
> desde su ángulo más patético, grosero y deformante, más propio de
> las burlas de tablado y patota, que de una muestra de teatro serio.
> La homosexualidad es una naturaleza, una identidad, una
> manifestación de la diversidad. Pero NO es una galería de vulgares
> morisquetas amariconadas de la peor ralea, más propia de un show de
> travestismo de esencial vulgaridad, ya que hay también espectáculos
> de este tipo de muy alta calidad. NO puede verse a un actor de la
> talla de Jorge Bolani disfrazado de Moria Casán, bajando las
> escaleras de un show de revistas del Maipo porque eso es denigrante
> para quien lo hace y para quien lo ve.
>
> Quien primero se resiente, aunque no tenga conciencia, es el propio
> público que, en los momentos más empinados de la tragedia, se ríe.
> Pienso que allí radica uno de los puntos esenciales del desenfoque
> general con que se ha pretendido dirigir una obra maestra y cuyo
> resultado es apenas una patética muestra de golpes de efecto sin
> sustancia.
>
> No se tapa el vacío ni lo hueco con metros y metros de sábanas,
> porque la Poesía no puede nunca suplantarse por traperío, cuerdas y
> banderines. Cuando no se sabe qué hacer con la Poesía, no se la
> debe mancillar.
> Sólo hay que admirarla. Y para el ejercicio de la admiración se
> requiere el coraje y la humildad, que aquí faltaron.
>
> Al error de enfoque, vulgarmente cómico, debe sumarse esta sarta de
> desatinos. Nunca Lorca quiso que se le tildara de gitano; acá se
> monta un tablao flamenco cuando estos personajes son campesinos de
> tierras secas en una tragedia rural.
>
> Esa madre, nunca vistió de otro color que no fuera el negro. Y
> sobre todo nunca bailó. Sin embargo, a pesar de ello, en el único
> momento en que la luz de Lorca ilumina el Solís, es cuando la
> eminente Estela Medina hace lo suyo, bajo ninguna dirección más que
> la de su propio, extraordinario talento.
> No existe coherencia alguna en el espectáculo, ni unidad de estilo.
>
> Cada quien hizo lo que quiso y brilló la ausencia de una mano
> directriz que tuviera claro su pensamiento y su idea de una puesta
> en escena. Porque pienso que esa empresa debe ser "algo" mucho más
> allá de golpes de efecto, algunos de ellos bien logrados, como los
> aspectos plásticos y de iluminación.
>
> Quiero también destacar que además de Medina, el resto del elenco
> hace lo que puede, con su reconocida solvencia profesional y
> disciplina que, en este caso, creo que pecó de excesiva. ¿Acaso
> nadie vio, durante los ensayos que llevaron meses – ni los actores,
> ni la dirección artística, ni los contralores administrativos lo
> que se estaba perpetrando?
> ¿Qué valores guardamos, qué les legamos a las generaciones que nos
> sucederán? ¿O acaso estamos ante el surgimiento de una nueva
> manifestación cultural que echa por tierra el indeclinable valor de
> la tradición y la calidad, para canjearlo por el arriesgado
> concepto del "todo vale" y "todo es cultura"?. Entonces deberíamos
> también admitir dócilmente la lapidación de la justicia talibán
> para la mujer adúltera, o la ablación del clítoris de las muchachas
> en ciertas tribus africanas.
>
> Los derechos humanos también incluyen los derechos de la Cultura.
>
> Esta carta la he escrito bajo mi entera responsabilidad y ante el
> pedido de algunos amigos y conocidos. Con lo que queda expresada
> una frustración y disgusto no sólo a nivel individual sino colectivo.
>
> Por último, siento que la despedida de Estela Medina de La Comedia
> nacional, se merecía otro marco. Ella es, por todos sabido, una de
> las glorias de nuestra cultura, reconocida también fuera de
> fronteras. Tanto placer estético nos ha regalado durante su
> luminosa trayectoria, que todos los uruguayos le debemos el mayor
> de nuestro reconocimiento y respeto. Aunque ella no se despedirá
> jamás del teatro, porque en su personalidad se encarna la más noble
> de ese arte.
>
> Y ante el punto final de esta carta, aclaro que sólo he pretendido
> manifestar mi desazón y desaliento; de ninguna manera deseo abrir
> debate o discusión alguna. Quiero sí, dejar bien claro mi respeto a
> la Poesía, al Arte, a Federico y a Estela Medina.
>
> Jorge Arbeleche

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